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El religioso y obispo capuchino Luis Amigó y Ferrer nació en Masamagrell, España el 17 de octubre de 1854. Lo bautizaron el siguiente día con el nombre de José María Amigó y Ferrer, en 1874 ingresó en el convento de los Hermanos Menores Capuchinos en Francia.
Desde niño tuvo la inclinación al sacerdocio, sus juegos eran de ordinario hacer altares, decir misa y celebrar fiestas. A temprana edad dio muestras de su sensibilidad social: percibía y atendía los problemas de los demás. Acompañado de otros amigos adolescentes como él, empezó a dedicar parte de su tiempo libre y de ocio a los marginados de su entorno. Iba por los hospitales para compartir con los enfermos su salud y alegría, al tiempo que les atendía en las necesidades que le era posible. Frecuentaba los tugurios y demás casas aisladas de la huerta valenciana para compartir a los habitantes y en especial a los niños y jóvenes, su saber y su sentir. Y sobre todo se acercaba a las cárceles para consolar e instruir a los recluidos. A partir de estas experiencias empezó a pensar en fundar una congregación religiosa que se encargara del cuidado de los encarcelados y de los niños y jóvenes en conflicto con la ley.
De regreso a España, en 1879, Luis Amigó y Ferrer fue ordenado sacerdote el 29 de marzo, una de sus grandes preocupaciones es el cuidado de los encarcelados y la educación cristiana de la juventud.
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